lunes, 6 de octubre de 2008
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Mi abuela

El 2 de Noviembre de 1998, luego de una larga lucha de dos años para superar un cáncer al pulmón, fallece Rosa Lavinia Aceitón Monsalves, la persona más importante de mi infancia: Mi abuela. Es una fecha que no me gusta recordar, porque fue el inicio de una serie de problemas entre los hijos de ella (incluida mi mamá obviamente), por problemas de herencia de terrenos y dinero, que terminó por desmembrar la familia.
Mi abuela siempre fue una persona llena de vitalidad, que a sus 54 años, aún tenía éxito entre los hombres. Con ella pasé los mejores momentos de mi niñez, entre viajes, cariños y regalos. Siempre estuvo ahí para mí, incluso cuando su enfermedad ya se encaminaba en sus fases terminales. Recuerdo cuando mi mamá me dijo que a mi abuela le quedaban 4 meses de vida, se derrumbó mi mundo. No sabía que iba a hacer sin ella, sin verla como siempre lo hacía.

No recuerdo cuándo fue la última vez que le vi el rostro, sólo que dos días antes de su muerte, como con mi hermana no podíamos entrar a la sala donde ella se encontraba, nos saludo a través de la ventana levantando un brazo con un pañuelo blanco en su mano. Es algo que nunca he olvidado.

Murió un lunes a las 7:55 de la mañana, de un paro cardio-repiratorio. Mi mamá me dijo que “se había ido en el sueño”. Y aunque estaba triste cuando la vi en el ataúd horas después, noté una leve sonrisa en sus labios y una expresión de serenidad en su cara, algo que, de cierta forma, me dio fuerzas para continuar hasta el final del velorio, del entierro, y de los días posteriores a su muerte. Y de cierta forma, lo sigue haciendo hasta el día de hoy.
 
"La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: si o no. en su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana."