lunes, 6 de octubre de 2008
Esto lo escribí a las 8:37 p. m. | Ya pues, comente acá
Paradigma Moderno y la lágrima de Nietzsche

Hoy teníamos que ir a ver una película. Tres personas que debían preparar un trabajo para cierto ramo de cierta Universidad, habían agendado ver una película a las 3 de la tarde en la sala audiovisual de la biblioteca de dicha casa de estudios. El problema radicaba en que cada uno de esos tres alumnos tenía horarios distintos de clases, de almuerzo y otros deberes que también debían realizar. Por lo que la película terminó viéndose a las 5 de la tarde. No había otra opción, ya que el trabajo debía ser entregado al día siguiente, el cual llevaría una nota (que esperamos, no sea mala), por lo que había que cumplir responsablemente en función de la categoría de “estudiantes” que esas tres personas llevaban, para con la Universidad, y más específicamente, para con el profesor del ramo, que esperaba ansioso por recibir el trabajo final.

Y dicho trabajo se enfoca en la cinta que vimos, que lleva por nombre “El día en que Nietzche lloró”, una película que está basada en el libro del mismo nombre, escrito por Irvin D. Yalom. En ella, tratamos de recoger distintos elementos en los cuales notamos que hay una patente alusión a ciertos conceptos que critican el pensamiento y/o paradigma moderno, que nos se nos ha instaurado hace un par de siglos atrás. Así como también se notan en nuestro periplo por poder ver la cinta y el objetivo por el cual lo hicimos.

Ya sea el descrédito de las instituciones que se han impuesto desde que el paradigma de la modernidad se alzó, el estado-nación, la industrialización, la idea del progreso y la productividad, el capitalismo, etc. A grandes rasgos, la idea de ordenar el mundo a partir de un gran sistema abstracto, donde se insertan otros pequeños sistemas abstractos a través de métodos científicamente aplicados a la sociedad, que delimita la libertad del hombre, es entre otras cosas, lo que podemos encontrar en esta cinta.

“El día en que Nietzche lloró” relata una historia ficticia donde participan personajes reales. Encontramos como protagonistas a Friedrich Nietzsche y Josef Breuer, los cuales, sin quererlo en un principio, se ayudan mutuamente para entender el mundo y el propósito de sus vidas. Además participan otros personajes relevantes de la historia de la psicología, como Sigmund Froid, el filósofo Paul Reé y Lou Salomé, una escritora rusa. El argumento principal de la película es el sentimiento de desdicha y desesperación, que tanto Nietzsche como Breuer sienten, por distintos motivos, y que es parte de lo que nos permite entender el por qué de la crítica hacia el paradigma moderno.

Por un lado, Breuer siente que ya no tienen sentido su vida, que ha perdido el rumbo. Esto debido a varios factores. Primero, el hecho de que convive en una sociedad rígida, que está estamentada en los principios del paradigma moderno, donde la voluntad de decisión se hace algo secundario. En ese contexto, Breuer en más de alguna ocasión deja en claro que no tuvo otra opción de lo que quería ser. Formar una familia, tener hijos, criarlos y educarlos, vivir asentado con su esposa, etc. Lo que se llama la institución base de toda sociedad, “la familia”, es lo que perturba a Josef, ya que tiene que seguir ciertas reglas y responsabilidades, que debe aceptar con resignación.

Eso, hasta que conoce a Bertha, una de sus pacientes, al que él llama “Ana O.”. Ella representa un escape desde la vida rutinaria y mecanizada del doctor, un grito. Y cuando él debe dejarla para que la trate otro doctor, el vacío de su vida rutinaria de hace patente en él de una manera que lo hace tener desesperanza. Ya que no puede escoger irse con ella, por lo que representa (O representaba) la figura de la familia constituida en ese entonces. En otras palabras, él tiene un deber social para con su familia, lo que lo ata y limita, y no le permite tomar decisiones propias.

Desde ese punto de vista, en el texto de Luis Racionero, aparece que cualquier forma de gobierno es un obstáculo para la evolución del individuo hacia mayores potencialidades de consciencia y plenitud vital. Es importante destacar esto, porque si tomamos lo anteriormente escrito, podemos darnos cuenta que Breuer (Individuo), no es capaz de escoger lo que desea en ese momento (Irse donde Bertha y quedarse con ella por ejemplo), porque hay una institución detrás (Acá podríamos poner a la “forma de gobierno) que es la familia, por lo que termina limitándolo en función de las reglas sociales que están impuestas.

Y si no se cumple esa estipulación moral, es mal visto por el resto de la sociedad. Por ejemplo, cuando dentro del trance hipnótico, Breuer se va de su casa porque finalmente decidió adoptar un estado de libertad, a costa de la desintegración de su familia, tanto su señora como sus hijos lo terminan rechazando, odiando. Es como cuando una persona mata a otra, ya que adopta un estado de libertad tal cual, que puede evadir la ley institucional y la moral social, lo que le permite llevar a cabo el acto, por mucho que sea muy mal visto por el resto de su entorno social.

Dentro de nuestra moral social, matar generalmente es malo, y más encima, está penado por ley en todos los países democráticos y republicanos, siempre y cuando se muestre el tipo de contexto. En este punto es en el que nos damos cuenta que las acciones que comete el hombre no son malas o buenas por si mismas, sino que a partir de lo que la sociedad considera “bueno” y “malo”, porque es malo que una persona mate a otra, pero no se ve como malo (O no se veía) que se condenara a muerte a los criminales por sus actos, y esto pasa básicamente porque, como dice Racionero, “Cuando se piensa en conceptos abstractos y generales, vez de personas y situaciones concretas, el individuo desaparece”. O sea, para la sociedad, que un individuo “a” asesine a otro “b” es más grave que si la institución decide condenar a muerte a un individuo “c”. Estamos hablando de la misma acción, pero en distintos contextos.

Siguiendo con Breuer, hay otro momento que grafica bien el punto en el cual nos detuvimos. En una de las conversaciones con Friedrich, le comenta que estar con Bertha “cuando estoy con ella (Bertha) siento que estoy en el centro del Universo...donde nadie pregunta sobre la vida o su propósito”. Este punto es importante también, porque dentro de la película se habla mucho sobre vivir la vida sin preguntarse tantas cosas, un poco como el movimiento literario del “Carpe diem”. El hecho de cuestionarse Breuer sobre su vida, y encontrar la felicidad cuando deja de hacerlo, indica que en el fondo, hay que dejarse llevar por nuestros impulsos y ser capaces de tener una libertad plena, sin cuestionamientos, individualista (Porque tiene que salir de uno mismo, es parte de lo que Nietszche plantea en la teoría del “Superhombre”) para alcanzar la felicidad. Y esto, una vez más, se ve entorpecido con las instituciones que gobiernan en ciertos ámbitos, nuestras vidas.

Ese es el problema de Breuer, que llega a un punto donde dice en la película, “Me enfrento a la muerte sin haber vivido mi vida”, que es como la frase que resume lo explicado con anterioridad, junto con la de “Vivir y no ser vivido”, que le señala Nietzsche casi al final de la película. Esto último tiene relación con plantearse la pregunta de “¿Quién decide mi vida, yo o la sociedad?”, la idea es que uno viva en la sociedad y no que la sociedad viva en uno.

Uno de los momentos esenciales de la película es en el cual, Freud hipnotiza a Breuer para hacerle ver cómo sería una vida alterna, si es que llegase a dejar a su familia. Y es importante entender que, porque Breuer finalmente no haya ido en busca de Bertha no significa que seguirá en esa vida vacía y rutinaria, ya que lo que él hizo fue el acto primordial que la modernidad ha negado: La capacidad de escoger lo que se quiere en función de uno mismo. Finalmente él escogió quedarse con su esposa e hijos, lo que quiere decir que no fue por un tema de responsabilidad social o limitaciones morales, sino porque realmente él quiso hacerlo. Y esto fue lo que finalmente logró gatillar la salida de Bertha de su mente. Esto tiene que ver con el concepto al que Racionero llama “El dogma de la inmaculada percepción”, un concepto que pareciera, viene heredado desde el positivismo.

Este dogma, supone que el racionalismo es el único método válido de conocimiento, se ve criticado en algunos momentos de la película. Uno de esos momentos fue lo que recién comentamos más arriba, ya que la solución del problema que tenía Breuer llego desde una veta emocional. Como se ve, el racionalismo deja de lado todo lo que tiene que ver con las emociones y pulsaciones. En un momento de la película, Breuer señala que “soy un científico, sin embargo, la ciencia no tiene color”. Es una metáfora de lo que estamos analizando, donde la razón es vista de forma científica, práctica, calculadora y fría, perfectamente sin color, en contraposición de las emociones, que culturalmente siempre se le han asociado colores distintos (El rojo del amor por ejemplo). Y es simbólico, dentro de la película, el hecho de que a Bertha se le mostrara con mucho colorido durante la película, como representando la emocionalidad y las pulsaciones de nuestro inconsciente (Ella tiene problemas psicológicos, histeria), lo que podría ser lo que ve el doctor Breuer en ella, y que es lo que tanto anhela.

“El cuerpo y la mente humanas forman un todo dotado de diversos canales de comunicación con el mundo; cada uno de estos canales es una forma de conocimiento”, explica Racionero, lo que podemos ver reflejado en la cinta, en el momento en el cual Nietzsche le pide a Breuer que cada vez que imagine a Bertha, le grite con todas sus fuerzas que la odia. Este ejercicio busca encontrar la solución a través del canal de las emociones, tratando así de expulsar la imagen positiva que tiene el doctor sobre la chica en cuestión a través de un sentimiento negativo.

Hay una parte en la cinta donde el Breuer y Freud conversan sobre el tratamiento de Friedrich y nombran dos conceptos claves: liberación e integración. Dentro del contexto del análisis, esto tiene dos lecturas. La primera tiene que ver con la idea que explica Racionero sobre el Anarquismo, ya que según nuestra apreciación, estos dos conceptos son los que pueden llevar al anarquismo, ya que mezclan las dos “cosas positivas” del socialismo y el liberalismo. Por un lado, la capacidad de ser libres individualmente, que es donde el liberalismo hace su aporte, ya que pretende respetar al individuo y asegurar su libertad. Y por otro, la integración del individuo enfatizando su dimensión social es lo que propone el marxismo. Racionero establece que la mezcla equilibrada de estas dos aristas del ser humano permite llegar a un estado de anarquismo beneficioso tanto para el singular como para el plural.

La segunda lectura que se le puede hacer, tiene que ver con la teoría del psicoanálisis de Freud. En la cinta, Breuer y “Ziggy” llegan a establecer que la libertad y la integración se establecen en el hombre a través de del consciente (Integración) e inconsciente (Libertad). En el inconsciente se establece la libertad del hombre, porque es ahí donde se encuentran nuestros deseos, emociones y pulsaciones, los cuales son libres, ya que no razonamos sobre ellos, ni están influenciados por la moral, los dogmas o paradigmas, y la sociedad en general. En otras palabras, nuestra parte instintiva reside en ese lugar. Por otro lado, en nuestro consciente se establece la integración, ya que éste está influido por la sociedad, la moral, los estamentos e instituciones que nos rigen, etc. Que nos permiten integrarnos de forma óptima a la sociedad en la cual vivimos, en función de nuestra razón.

Ahora, lo divertido de la película, es que la respuesta que tenía que encontrar el doctor Breuer sería la misma que necesitaba Nietzsche para curarse de su propia obsesión, que era Lou Salomé, la chica que lo había rechazado por uno de sus colegas. A Friedrich le asustaba la idea de quedarse solo, no por decisión propia, sino porque simplemente no tenía otra opción, eso iba en contra de lo que el mismo creía. Es por eso que tal vez la escena más importante del film sea el momento en que el llora. Tal vez porque el hecho de haberse dado cuenta que finalmente el doctor Breuer lo reconoce como un amigo, le significó un alivio para él, más allá de que terminara por irse solo nuevamente, ya que, tal como le sucedió al doctor, no es que él no haya cumplido lo que quería, sino que fue decisión de él el de continuar sólo, pero sabiendo que tiene un amigo ahí en la distancia, lo que le permitía finalmente, sacarse el recuerdo de Lou Salomé de la mente. Finalmente se va en una nueva aventura, ya que como él afirmaba en la cinta, “vivir sin riesgo es peligroso”. Y esto tiene que ver con lo que planeta Kant en su concepto de “Sapere Aude” o la capacidad de usar nuestra razón para tomar decisiones y autogobernarnos, ya que, a pesar de ser peligroso, ya que con cada decisión existe una incertidumbre, la idea de vivir bajo el amparo de una religión, o de una institución que nos rija, llega a ser más peligroso aún, porque no nos permite superarnos como personas hasta el punto de ser completamente íntegras. De eso se trata el “Superhombre” de Nietzsche, de llegar a ser íntegros, algo que con el paradigma moderno y sus metarrelatos rígidos, es imposible de conseguir.

La película nos gustó harto, porque además de servirnos para escribir estas líneas, nos hizo pasar un buen rato y divertirnos bastante, ya que era interesante y muy entretenida lo que ayudo de cierta a forma a elaborar este análisis de una mejor forma, ya que, como nos muestra Racionero a través de una cita de Honrad Lorenz, “Abandonada a si misma, la razón es como un computador sin programa…El poder motriz le viene de mecanismos de comportamiento instintivos muchos más antiguos que la razón y no accesibles directamente a la introspección racional”.


 
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Esto lo escribí a las 7:50 a. m. | Ya pues, comente acá
Mi abuela

El 2 de Noviembre de 1998, luego de una larga lucha de dos años para superar un cáncer al pulmón, fallece Rosa Lavinia Aceitón Monsalves, la persona más importante de mi infancia: Mi abuela. Es una fecha que no me gusta recordar, porque fue el inicio de una serie de problemas entre los hijos de ella (incluida mi mamá obviamente), por problemas de herencia de terrenos y dinero, que terminó por desmembrar la familia.
Mi abuela siempre fue una persona llena de vitalidad, que a sus 54 años, aún tenía éxito entre los hombres. Con ella pasé los mejores momentos de mi niñez, entre viajes, cariños y regalos. Siempre estuvo ahí para mí, incluso cuando su enfermedad ya se encaminaba en sus fases terminales. Recuerdo cuando mi mamá me dijo que a mi abuela le quedaban 4 meses de vida, se derrumbó mi mundo. No sabía que iba a hacer sin ella, sin verla como siempre lo hacía.

No recuerdo cuándo fue la última vez que le vi el rostro, sólo que dos días antes de su muerte, como con mi hermana no podíamos entrar a la sala donde ella se encontraba, nos saludo a través de la ventana levantando un brazo con un pañuelo blanco en su mano. Es algo que nunca he olvidado.

Murió un lunes a las 7:55 de la mañana, de un paro cardio-repiratorio. Mi mamá me dijo que “se había ido en el sueño”. Y aunque estaba triste cuando la vi en el ataúd horas después, noté una leve sonrisa en sus labios y una expresión de serenidad en su cara, algo que, de cierta forma, me dio fuerzas para continuar hasta el final del velorio, del entierro, y de los días posteriores a su muerte. Y de cierta forma, lo sigue haciendo hasta el día de hoy.
 
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"La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: si o no. en su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana."