miércoles, 10 de septiembre de 2008
Esto lo escribí a las 7:02 p. m. | Ya pues, comente acá
La niña y la flor

Habia una vez una niña, que caminando por un sendero lleno de flores, una rosa encontró. Admirada por su belleza, la niña quiso acercarse a esa flor que tanto le había llamado la atención. Extrañesa sintió cuando, al darse cuenta del tallo de aquella hermosa rosa, vio unas espinas punteagudas y amenazantes, esperando por algún despistado a quien pinchar. La niña entonces, no quiso tomarla, por tener miedo a pincharse, y se quedo toda la tarde observándola, hasta que se fue a casa.


Al día siguiente, la niña temprano volvió al mismo sendero, que la llevó a la misma rosa que seguía en su lugar. Nuevamente se quedó observándola y apreciando su belleza inconmesurable, hasta que no aguantó más y con sumo cuidado se atrevió a tomarla pasando sus pequeños dedos entre las espinas para no pincharse. Feliz, por tener la rosa para ella sola y poder llevarla adonde quisiera, la niña siguió su camino. Así fueron pasando los días.

Sin embargo, con el paso del tiempo la rosa dejó de ser tan perfectamente bella para la niña. Ya no la tomaba mucho, no la veía con tanto ímpetu como antes, ni pensaba en ella de tantas formas distintas, aunque sabía que siempre estaría ahí para ella.

Un día, la niña tomó a la rosa y la llevó a dar un paseo por un prado, pero sin darse cuenta, uno de sus dedos se pinchó con una de las espinas de la rosa. La niña gritó fuertemente y tiró lejos aquella flor que ella tanto quería, pero que le había hecho daño, derramó unas lágrima por sus ojos y salió corriendo hasta llegar a su hogar, sin querer volver a salir nuevamente. El tiempo pasó, e hizo que la niña quisiera dar un pequeño paseo, luego de varios días sin salir de casa.

No se dio cuenta que, caminando sin rumbo, llegó al lugar donde había llorado luego de pincharse con la espina de aquella rosa que tanto dolor le hizo sentir. Y vio, justo en ese lugar del suelo, una pequeña ramita de olvio que iba creciendo entremedio de la maleza, queriendo llegar hasta que el sol fuera capaz de tocar su piel café. La niña observó aquello, y una sensación de paz le llenó el alma, al mismo tiempo en que el olivo recibía los rayos del sol.

La niña continuó su camino por aquel prado, hasta que se detuvo para observar una nueva rosa, aun más linda, brillante, y grande que la anterior. Y ella quería acercarse a verla mejor, cuando se dio cuenta que en su tallo había la misma cantidad o incluso más de espinas, pero esta vez, en un tallo más largo y más separadas entre sí.

La niña dio dos pasos hacia atrás, sin saber qué hacer, cuando recordó la sensación de haber tenido la primera flor en sus manos. Así que tomó nuevamente aquella rosa que recién había visto, y la llevo a su casa, prometiendo tener más cuidado esta vez para no pincharse.

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Este cuento está dedicado a una persona en especial...tú
 



2 Comentarios:


At 9:09 p. m., Blogger Paula Daniella

para quien es?

me gustó

me acordé a cuando era pekeña..

tengo un cuento desde todas mis vidas con las flores..

adoro las rosas

me gusto =)

debe continuar

dale una segunda parte..

la merece


te quiero!

 

At 1:58 p. m., Blogger Belleame

En cierto modo me identificó esta historia..

Saludos

 
"La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: si o no. en su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana."